Hace unos días, disfruté de las escenas memorables de aquella vieja y deliciosa película de 1957, “An affair to remember”, también traducida como Un asunto para recordar, protagonizada por el inefable actor inglés Cary Grant y con la inolvidable belleza de Deborah Kerr.
Toda la película es una sucesión de escenas donde los actores son el marco de una forma sutil de mostrar el amor; de maneras tan alejadas a lo que hoy se ve, que parecen imágenes de una distante civilización, que se nos presenta como un llamado de añoranza de otro tipo de vida que existió y que su retorno depende de nuestros corazones. El estilo de ambos se aprecia en una forma generosa de sentir, de almas románticamente gentiles y capaces del renunciamiento que el amor requiere, con un espíritu delicado que lleva a mostrar una escena, difícil de encontrar en el cine actual, a los actores rezando en la pequeña capilla de la abuela francesa del personaje que Grant encarna, y de rodillas ante la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa, en una pequeña casa en la costa del Mediterráneo. Hacen una pareja inglesa de sentimientos tan católicos como los de una similar hidalga española.
Y me llevó a pensar en cosas que parecen olvidadas, pero que solo están ocultas, que los gestos de amabilidad y de sublime afecto por el prójimo, son lo que nos alejan de cualquier sinsentido de decadencia. Son aquellos detalles los que nos hacen ser mejores personas. Los que practicaban nuestros mayores gracias a la herencia recibida de España. Es cierto que vivimos una época de sentimientos que parecen perdidos, pero a veces, la vida no nos dice que no, sino que nos susurra algo así como: “espera un poco, reza, mira y actúa”.
El continuado encanto de cada toma de la película, me llevó al deseo de compartir una idea con mis apreciados lectores. Les propongo que estas líneas de amistad, sean una cadena que abra como una llave los corazones de todos sus afectos, para que el amor del Niño Dios, obre en esta Navidad nuevos milagros entre nosotros. Reenvíenla sumándole sus propios deseos y buenos sentimientos, con las palabras que les broten del corazón. Recuerden aquella frase en latín de Santo Tomás de Aquino: “Adorote devote latens deitas”,“Te adoro devotamente Deidad oculta”, en referencia a la actitud amorosa de Dios, de esperarnos ocultamente como Eucaristía dentro del Cáliz y este, dentro del Sagrario como un buen rey que escucha nuestras almas y nos espera.
Nacimos para amar, no para vivir caprichosamente. Lo que queremos va unido a lo que debemos. Añoramos la felicidad porque sabemos que alguna vez estuvo plena en el alma del hombre en el Paraíso. Saquemos esa latencia, ese sentimiento oculto en nuestro corazón, que deje de estar latente para mostrarse a todo aquel que podamos acercarlo; a un ser querido y olvidado, al desdichado que duerme en la calle, a quien comparte nuestra mesa y techo, pues lo cotidiano puede ser y sería agradable que sea, una cadena de amor.
Que nuestra actitud de amar sinceramente a nuestros prójimos, sea este año, una enorme cadena de amabilidad, tan grande y tan fuerte a los ojos de Dios, que sea... " algo para recordar".
Muy buena nota amigo Patricio. Tiene razón en la actualidad con eso de la modernidad, el ser humano está perdiendo la esencia del amor incondicional a Dios y al prójimo.
La Navidad es justamente una fecha de reflexión, de amor, unión, paz, de sentimientos encontrados, de reunirnos y compartir con nuestros seres queridos y con la nostalgia que algunos no se encuentran ya entre nosotros.
Respuesta enivada el Viernes 23 de Diciembre de 2016
Gracias por tu comentario. Se lo pasamos al autor.
Primus Pilus.
Martes 20 de Diciembre de 2016
Excelente nota. son tiempos que se han olvidado, pero que indefectiblemente, volverán, cuando en el corazón del hombre moderno no exista ya sino un vació insaciable y la sociedad no pueda avanzar mas, entonces recordaremos la importancia de la tradición, del amor no sensual sino de familia y de los eternos valores.
Respuesta enivada el Martes 20 de Diciembre de 2016
Gracias por tu comentario. Se lo pasamos al autor.