¿POR QUE SE EXILIÓ ROSAS EN INGLATERRA?

HISTORIA-HISPANIDAD Miércoles 13 de Marzo de 2019

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Muchos que no saben que decir contra Rosas, utilizan el argumento que era “pro-ingles” y “la prueba es que se exilió en Inglaterra”. Es un argumento tan cretino, como acusar al Libertador San Martín de “afrancesado” porque, amenazado de muerte en su Patria, se exilió en Francia. Las razones por las que Rosas se exilió fue a Inglaterra son muy sencillas:

Autor: LEONARDO CASTAGNINO

Las razones

Los Ingleses siempre utilizaron la estrategia de “deshacerse del enemigo permitiéndole escapar” (Filosofía Sun Tzu). La usaron muchas veces en la guerras de Europa y la usarían también en América. Rosas respetó a los ingleses de Bs.As. (y los tratados de 1825 de nación favorecida que obtuvieron a cambio de reconocernos la independencia) pero se opuso encarnizadamente al libre comercio y la libre navegación de los ríos, objetivo buscado por los ingleses (y franceses).

Los brasileros (aliados de siempre del imperio ingles), en virtual guerra con Rosas, tentaron a Urquiza (jefe del ejército de la Confederación contra Brasil) para que se revele contra Rosas. Urquiza, entre otras razones por ambición personal y económica (que hasta el mismo Sarmiento le echa luego en cara) en alianza con los brasileros derroca a Rosas. Si bien se arrepiente en forma casi inmediata, el error ya estaba hecho y los Ingleses consiguieron su objetivo en gobiernos posteriores.

Ahora bien: ¿porque Rosas fue a Inglaterra?: derrotado Rosas por Urquiza y brasil a Rosas le quedaban dos opciones: entregarse como lo hizo Chilavert, sin resistencia, para ser fusilado por la espalda (por Urquiza), o entregarse a su verdadero vencedor.

Rosas optó por esto último y no tuvo un exilio sino una prisión disimulada en una granja de Inglaterra, donde vivió humildemente de su trabajo diario. (Llevó un cajón de papeles y documentos y unos pocos patacones en el bolsillo) ¿Porque lo recibieron los Ingleses?... muy sencillo...para “deshacerse del enemigo permitiéndole escapar”, para “tenerlo controlado” y de paso “tener controlados” a los gobiernos de la Confederación…“o les mandamos nuevamente e Rosas” . Si en cambio lo mataban, lo hubieran convertido inmediatamente en un mito. Si hubiera ido a otro país, podría regresar a la Confederación. Rosas recibió ofertas en ese sentido desde su patria, pero se negó terminantemente a regresar ilegalmente contra un gobierno constituido.

Hay otra razón para que Rosas se exilaran en Inglaterra: en aquella época, Inglaterra era el único país con estabilidad políica. El Propio San Martín en su madurez estuvo a punto de exiliarse en Inglaterra cuando los desórdenes en Francia no le daban seguridad personal.

Rosas no fue “enemigo” de los ingleses. El propio cónsul ingles testimonia que se respetaron a los súbditos ingleses, sus bienes y propiedades inglesas aún durante el bloqueo Ingles.

Rosas no fue “enemigo” de los ingleses: simplemente los puso en su lugar.

Otros argumentos

¿Por qué Rosas se fue a Inglaterra después de Caseros?

“¿Si Juan Manuel de Rosas era tan antibritánico, por qué eligió Inglaterra para vivir su exilio?”

Es una pregunta que he oído muchas veces; antes que nada debe decirse que Rosas no era antibritánico sino argentino, que no es lo mismo: luchó contra los ingleses cuando se metieron con nosotros, y los respetó cuando nos respetaron. No tenía motivo de inquina contra ellos después que reconocieron la victoria argentina en el tratado Southern-Arana de 1849.

Con los ingleses se entendió bien; con quienes nunca pudo entenderse fue con los anglófilos.

A los ingleses les pasó lo mismo. Quisieron vencer a Rosas y este contestó a la agresión con el gesto heroico de la Vuelta de Obligado. Pero estar en guerra contra extranjeros no significa odiarlos: los ingleses eran patriotas que combatían por el engrandecimiento de su patria, y Rosas era un patriota que luchaba en defensa de la suya. Los ingleses, como los franceses, admiraron el gesto de Rosas: ellos hubieran hecho lo mismo de haber nacido argentinos. Lord Howden llegado a Buenos Aires por 1847 para hacer la paz, fue apasionado admirador de Rosas. Lo cual no quiere decir que dejara de ser muy inglés y tratase de sacar las ventajas posibles para su patria.

Para el buen inglés no había cotejo posible entre Rosas y los unitarios. Aquél era un enemigo de frente, que los había vencido en buena lid, y digno de todo respeto; en cambio éstos eran agentes sin patria que necesitaba como auxiliares en la guerra, pero a los cuales despreciaba. Los pagaba, y nada más.

Esta posición de los imperios con sus servidores nativos, no la pudo entender Florencio Varela cuando fue a Londres en 1848 a gestionar a Lord Aberdeen la intervención permanente británica en el Plata, el apoderamiento por Inglaterra de los ríos argentinos, y el mayor fraccionamiento administrativo de lo que quedara de la República Argentina. Fue don Florencio a Londres muy convencido de que los ingleses lo recibirían con los brazos abiertos por estas ofertas, pero Aberdeen lo echó poco menos que a empujones del despacho: le dijo claramente que Inglaterra no necesitaba el consejo de nativos para dirigir su política de expansión en América, y sabía perfectamente lo que debería tomar y cuándo podía tomarlo; que Varela se limitara a recibir el dinero inglés para su campaña en el “Comercio del Plata” en contra de la Argentina, sin considerarse autorizado por ello a alternar con quienes le pagaban.

Otra cosa les ocurre a los imperialistas con los nacionalistas. Los combaten con todas las armas posibles; pero íntimamente los respetan y admiran. Es comprensible que así sea. Tampoco un nacionalista odia a un imperialista: luchará contra él hasta dar o quitar la vida en defensa de la patria chica, pero no tiene motivos personales para malquerer a quien sirve con toda buena fe el mayor engrandamiento de la suya. Ambos – imperialistas y nacionalistas – podrán ser enemigos en el campo de batalla o en la contienda política, pero se comprenden, pues a los dos los mueve la pasión del patriotismo. Este de su patria chica. Aquél de la grande. No se puede odiar aquello que se comprende. En cambio al cipayo que vende su patria, no lo comprenden ni unos ni otros. Los imperialistas lo emplean a su servicio, pero lo desprecian.

Un auténtico nacionalista no es un anti: su verdadera posición es afirmativa y no negativa. En cambio un cipayo puede ser un anti: empieza, por ser antipatriota, y sigue por oponerse a todo imperialismo que no sea el de sus preferencias.

En tiempos de Rosas había unitarios antibritánicos por pro franceses, o antifrariceses por pro ingleses. Como hoy encontramos antisoviéticos, antiyanquis o antibritánicos, por ser defensores de otro imperialismo foráneo. Un verdadero argentino no entiende esas oposiciones: combatirá con uñas y dientes al imperialismo que quiera mandar en nuestra tierra, exclusivamente por ese hecho y sin llevar la lucha más allá.

Así lo hizo Rosas. Luchó contra los invasores europeos en Obligado y en cien combates y luchó contra sus auxiliares nativos. Venció a aquéllos, y les tendió la mano de igual a igual una vez que se comprometieron (en los tratados en 1849 y 1850) a reconocer la plena soberanía argentina. Perdonó a éstos en sus leyes de amnistía por deber de humanidad, pero no les tendió la mano de igual a igual: fueron siempre los “salvajes” sin patria que ayudaron al extranjero.

Por eso Rosas vivió sus últimos años en Inglaterra. Lo rodeaban gentes que sabían lo que era el sentimiento de patria y admiraban al Jefe de aquella pequeña nación americana que los venciera en desigual guerra. Por otra parte, Rosas no eligió el lugar de su exilio: el “Conflict” que lo llevó a Europa lo dejó en el puerto de Southampton, y allí se quedó los veinticinco años que le restaban de vida. Da la impresión de que, no siendo su patria, todo otro lugar era indiferente a ese gran criollo que fue Juan Manuel de Rosas.

Autor: LEONARDO CASTAGNINO

Comentarios

Severino Gago
Viernes 5 de Abril de 2019

Con todo respeto, no me convence, demasiado rebuscado.

Respuesta enivada el Viernes 5 de Abril de 2019

Gracias por tu opinión. La solución sería que buscaras documentación para rebatir la postura del autor.

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