TEORÍA DE LAS COORDENADAS

NOTA DE OPINIÓN Martes 10 de Noviembre de 2015

0_cinchada.jpg
CINCHADA

Una reflexión apropiada para el tiempo político que vivimos. Ahora, más que nunca, debemos pensar bien nuestro voto, pero de una manera distinta.

Autor: Luis. Ferreyra Viramonte - Director

Los argentinos vemos la realidad como una constante confrontación entre dos extremos de la línea horizontal de unas coordenadas cartesianas.

Un sistema de coordenadas cartesianas lo forman dos ejes perpendiculares entre sí, que se cortan en el origen. El eje horizontal se llama eje X o eje de abscisas. El eje vertical se llama eje Y o eje de ordenadas.

De esa forma, aún con mi inmensa ignorancia matemática, me parece que se entiende las diferencias encarnizadas en todos los ámbitos de la actividad social de las personas y de las cuales, por supuesto, no me encuentro exento en lo más mínimo. Pues es una cuestión común de la Humanidad.

Si uno es peronista, el otro es radical. Si uno es de izquierda, el otro es de derecha. Si uno es de Boca, el otro es de River. Si uno, en un divorcio, está con la mujer, el otro está con el marido… Y así hasta el hartazgo.

Nos ubicamos, frente a cada cuestión, en el ‘eje x’ y actuamos como si estuviésemos en una permanente ‘cinchada’ entre las distintas posturas, tratando -con todas nuestras fuerzas- de llevar al/los otro/s, hacia nuestro extremo.

 

Y no es que la ‘cinchada’ sea un mal juego. Al contrario, me parece una excelente manera de diversión, que estimula los naturales sentimientos de solidaridad y coordinación, en pos de lograr una victoria para uno de los grupos. Siempre resulta un motivo de sana competencia y alegría tanto en los participantes como en los espectadores.

Pero la ‘cinchada’ a la que me refiero es otra: generalmente no son motivo de alegría y diversión, sino de amargas disputas que dividen y traen rencor.

Mi alegoría pretende que fijemos nuestra atención en la horizontalidad del ‘eje x’, que hace desaparecer o ignorar al ‘eje y’ que, en función de lo que voy a exponer, sería el eje que se mantiene incólume ante el movimiento que se produce en el eje horizontal.

Y si mantenemos nuestra mirada en el movimiento producido en el eje horizontal, que son las disputas a veces muy profundas para llevar a las personas a uno u otro extremo, perdemos la verdadera dimensión de la discusión.

Pues el ‘eje y’, representa -con relación al plano horizontal- un punto superior y otro inferior, que viene muy al caso analizar.

Si debiéramos ‘pararnos’ sobre el eje vertical, seguramente las manos y los pies nos alcanzarían sólo para no caer hacia el extremo inferior o ‘de abajo’ y para ninguna otra cosa más. Ya no podríamos tratar de llevar a otro hacia el extremo que elijo.

Tratemos, ahora, de asignarle valores a los extremos del ‘eje y’. Al superior le vamos a asignar el valor de todo lo bueno, cierto y bello; mientras que al inferior, lo contrario, es decir, todo lo malo, mentiroso y feo.

Avanzando un poco más, diremos que esta asignación, no ha sido ni será producto de la inteligencia humana, sino que viene de lo Alto, como parte del Orden Natural, común a todos los hombres. Así nos representamos mentalmente, el bien -extremo superior- y el mal -extremo inferior- desde que el Hombre pisó la tierra y renegó de su Creador.

 

Al observar la realidad de nuestras eternas confrontaciones, notamos que siempre nos quedamos en el ‘eje x’ horizontal. Y cuando no hay disputas, nos sentamos en él, esperando expectantes la próxima discusión.

 

Si a este sistema de ejes, le superponemos la Cruz de Cristo, entenderemos cuánto estamos de errados al ver la realidad.

El Redentor en el Santísimo momento de su entrega por obediencia al Padre, lo reconocemos por sus brazos clavados en ambos extremos del ‘eje x’. Abraza a todas las ‘cinchadas’ habidas y por haber, y a todos los hombres que pugnan por llevar a otros hasta su propio extremo.

Sin embargo, no tomamos en cuenta ni esa Santa alegoría, ni pensamos en hacer intervenir en la cuestión el ‘eje x’, es decir, lo que ‘está bien’ y lo que ‘está mal’ lo ‘bueno’ y lo ‘malo’.

Y el error máximo, el que costó la caída de la Humanidad del Edén, fue justamente comer del árbol de la ciencia, del bien y del mal, perdiendo la noción del eje “y”; y –en el afán de ser como dioses- nos quedamos en el eje horizontal, decidiendo nosotros lo que le corresponde a Dios: lo que está bien o lo que está mal.

Autor: Luis. Ferreyra Viramonte - Director

Dejá tu comentario