EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD

NOTA DE OPINIÓN Lunes 11 de Agosto de 2014

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"San Agustín" por Phillipe de Champaigne (1602- 1674)

“Aunque mucho sea tomado, mucho permanece… Y aunque no somos ahora esa fuerza que en los viejos tiempos movía cielo y tierra, lo que somos, somos… Un parejo temple de corazones heroicos, debilitados por el tiempo y el destino, pero fuertes en voluntad, para esforzarse, buscar, encontrar, y no ceder…” Alfred Tennyson (1809-1892)

Autor: Rodolfo M. Lemos González

Qué extraña paradoja nuestro presente... Oscuro y luminoso a partes iguales.

Vivimos una época que sólo podrá ser comprendida por las generaciones siguientes a través del signo  de un  combate intenso.

No obstante, mientras los argentinos del futuro no podrán dejar de asombrarse frente al tenaz batallar que sostuvieron unos pocos por rescatar a sus contemporáneos de la furiosa decadencia, tampoco podrán escapar a la sorpresa de saber que en medio de la revolución del conocimiento, muchos se resistieron con todas sus fuerzas a salir del barro de la vulgaridad, de ese tenebrismo en que los había sumergido su ignorancia, de esas cadenas que los esclavizaban a una existencia mediocre…

Justamente porque nuestro presente, aunque atravesado por la lanza de mezquindad y drogado por el opio consumista, es también al mismo tiempo  una época dorada para el desarrollo espiritual de las almas que están llamadas a habitar en otros horizontes, a dedicar sus días a construir existencias nobles dignas del recuerdo. Nunca como hoy fue tan accesible templar el alma con lo más bello, excelso, y elevado de la herencia que nos ha legado el paso de  los hombres a través de la Historia.

Desde el calor de nuestros hogares, encendemos una PC, y como por arte de magia accedemos a un portal de dimensiones bíblicas… Escribimos un nombre, una palabra, una fecha en algún  buscador de la web  y rápidamente accedemos a la más grande y completa biblioteca que haya existido alguna vez sobre la faz de la Tierra. La antes añorada ciudad de Alejandría con su famosa Biblioteca se materializa hoy a través de humildes cables telefónicos…

Durante siglos, la oportunidad de elevar el espíritu en comunión con los grandes fabricantes de belleza estaba ligada al poder económico y político. Era muy difícil para alguien del “montón” poder acceder a los grandes clásicos de la literatura, cuyas escazas  y preciadas copias manuscritas eran custodiadas en las profundidades de inaccesibles monasterios. Igual de lejano era el placer de escuchar un concierto, o de enseñar a volar a nuestra mente con  la disertación de un filósofo. Aquellos eran sonidos a los que sólo el oído de la nobleza podía acceder. Las grandes palabras, los grandes relatos sólo eran conocidos por un puñado diminuto de personas. El resto, debía contentarse con asistir a misa y tratar de aprender algo a través de las palabras del sermón dominical. Poquísimos relatos, de carácter mítico y legendario, eran pasados de generación en generación por transmisión oral. La auténtica revolución del conocimiento tardó miles  de años en llegar. Primero apareció  la imprenta, luego llegaron las bibliotecas populares, y ahora finalmente llegó esa milagrosa  “nube” cibernética que funciona como un depósito casi infinito de datos donde están resguardados los grandes tesoros culturales de los seres pensantes.

 Hoy cualquier persona del mundo, por pocas monedas tiene la posibilidad de acceder a una computadora interconectada con servidores que nos permiten navegar a través enciclopedias virtuales que hubieran sido consideradas como un regalo divino en tiempos de Santo Tomás, o hubieran sido tenidas en cuenta entre las siete maravillas si las hubieran conocido los hombres de la Antigüedad. Ese término abstracto de “GLOBALIZACIÓN”  abandona su naturaleza intangible, para concretarse en una realidad palpable  gracias a las nuevas tecnologías desplegadas en materia de comunicación.

Durante milenios, el “vulgo” nació y murió a la sombra de los grandes temas que orbitaban muy encima de sus vidas humildes… Durante siglos enteros, gran parte de la población mundial murió sin haber escuchado jamás hablar de Sócrates o de Virgilio… Llegaron a su lecho de muerte sin haber tenido nunca la oportunidad de escuchar de principio a fin una sinfonía… Sus almas murieron estériles, sus corazones asfixiados se acostumbraron al herrumbre de la rutina… Dejaron morir de hambre los sueños y las ilusiones, para terminar convertidos en un montón de huesos que deambulan como un animalito más en medio de la creación, trabajando para su propio sustento, o en el peor de los casos, para el provecho económico de otros que vivían a costa de  su esfuerzo. Desde nuestra concepción cristiana, tenemos la convicción inamovible de que somos seres tocados por el dedo del Creador, imaginados a su imagen y semejanza, nacidos para ocupar un lugar distinto sobre la tierra que el resto de la creación. A la fauna le basta existir… Para nosotros en la mera supervivencia no hay vida, nuestra vida comienza cuando empezamos a florecer… Sólo podemos vivir plenamente cuando  tomamos contacto con nuestra naturaleza noble… Esa interioridad capaz de producir belleza, conocimiento, de asimilar la grandeza, y sintetizarla en proezas que nos acercarán a la Gloria…

Hoy sólo es necesario  tomarse los minutos para que nuestro ancho de banda se conecte con la grandeza que custodian esas obras ancestrales que iluminaron el caminar de seres humanos de todos los tiempos, y todas las épocas… Así como la web puede ofrecernos sitios que ajustarán más el nudo que aún nos mantiene ligados a la vulgaridad, también nos ofrece el luminoso contacto con esas inagotables fuentes de sabiduría que funcionarán como un disparador para nuestros pensamientos y para nuestro espíritu. Ese primer contacto con la grandeza que será como un primer machetazo fundacional que nos separe de las ligaduras que aún nos mantienen atados a la mediocridad circundante…  Esos primeros latidos de verdadera cultura se nos ofrecen hoy en forma libre y casi gratuita.  con la grandeza que custodian esas obras ancestrales… Poesía, literatura, historia, filosofía, música, teatro, fotografías, cine, obras pictóricas, un mundo nuevo se abre ante nosotros gracias a las modernas herramientas cibernéticas que hoy están a nuestro alcance.

 Nunca como hoy la mera voluntad se transforma en un lapso insólitamente breve en una posibilidad concreta. El “querer”, como jamás en toda la Historia, ha pasado a equivaler a “poder”.

Asistimos a un espectáculo homérico, estamos siendo testigos del verdadero y definitivo TRIUNFO DE LA VOLUNTAD.

 Como contracara, nunca como hoy fue más culpable la ignorancia… En líneas generales, hoy sólo puede permanecer en su estado de primitivo analfabetismo cultural el que se niega empedernidamente a soñar con algo más elevado, aquel espécimen que está decidido a morir encerrado en las trampas de la bajeza existencial, ciego a los impulsos grandeza…

Cabe destacar que las tragedias configuradas sólo existen en la obra shakesperiana… Nadie jamás estuvo atado de forma total al pantano de lo chabacano. Nadie ha sufrido una condena permanente a habitar en la oscuridad. Siembre los espíritus con vocación de grandeza tuvieron la chance de luchar por su propia libertad espiritual. Al menos de intentar luchar… En palabras del padre Menapache “los cóndores criados en medio de la pavada” siempre tuvieron la chance de abrir sus alas y tratar de volar hacia lo alto.

Sin embargo, hasta no hace mucho tiempo, esa lucha por nuestro crecimiento personal iba asociada no sólo al mero deseo de algo que se nos presenta como superior o mejor. Requería una lucha férrea, que acarreaba esfuerzos monumentales. Y para poder estar al nivel de dichos esfuerzos el individuo debía cultivar una fortaleza que le permitiera soportar cualquier sacrificio, y mantener inamovible la intención de vencer. Muchos campesinos y plebeyos soñaron alguna vez en convertirse en caballeros, los que lo lograron dadas las condiciones antes descriptas, pueden contarse con los dedos de la mano. El charco que separaba a esos espíritus encerrados en una existencia inferior de la grandeza a la que aspiraban era gigantesco. Muchos vieron escaparse todos los años de su vida solamente en el intento de llegar… Pero… Era posible. Improbable, si se quiere, pero posible al fin.

Hoy hemos superado esa distante posibilidad, la hemos transformado en una opción concreta y de fácil acceso.

La conquista de la Grandeza requiere de un largo caminar por el bosque de la sabiduría. Sólo a través del contacto con esos árboles milenarios, bajo la sombra de sus copas eternamente verdes y frondosas, podremos tallar nuestros espíritus para que pueda ingresar en ellos el gran ideal de La Vida Recta. El camino hacia la Gloria prometida no podrá comenzar hasta que nuestros pensamientos y nuestras acciones estén dominados por los impulsos de nobleza. Impulsos que sólo podrán nacer, una vez que hayamos aprendido a cultivar dentro de nosotros las semillas de virtud.  

Durante siglos las puertas de acceso a ese bosque de la sabiduría estuvieron custodiadas por temibles ogros y monstruos. Hoy nadie vigila su acceso… Sólo nos separa nuestra decisión, nuestra determinación, nuestra voluntad… ¿Estamos dispuestos a sumergirnos en ese bosque para transformarnos, a través del sacrificio, en algo mejor de lo que somos ahora?

¿Qué estamos esperando para dar ese salto otra dimensión espiritual? No quedan ya  barreras externas que nos separen del camino que llevará indefectiblemente a cultivar nuestros espíritus adormecidos, para verlos algún día transformados en almas ardientes, perfiladas para volar en las alturas  del heroísmo, surcando el firmamento de la Gloria…

 

Las únicas barreras que siempre quedarán en pie, serán nuestra propia debilidad, la falta de voluntad, nuestra pereza, o la ausencia de valor...

 

 

 

Autor: Rodolfo M. Lemos González

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