SIN APLAZOS ENTRE DISCÉPOLO Y MANDELA

Difusión Lunes 15 de Septiembre de 2014

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¡Cuánto podría hablarse sobre la educación como base de todo desarrollo humano y como reflejo de toda sociedad en el devenir de los tiempos! En ella confluyen modelos que responden a un estilo de vida y a una filosofía pedagógica. Cuando menos educado está un pueblo, es más fácil de convencerlo y llevarlo por el camino de los intereses de los gobiernos de turno.

Fuente: Foro de Cuyo

“Los pilares fundamentales de la democracia son la salud y la educación. Si ambas no se prestan como corresponde, la democracia se presenta como una cáscara vacía”, decía Nelson Mandela. Y agregaba que “la educación es el arma más poderosa para cambiar al mundo”. Entre nosotros, un filósofo del tango, Enrique Santos Discépolo, cuando escribió Cambalache hizo un juicio frustrante y contundente que el tiempo ha venido sazonando con realidades irrefutables: “lo mismo un burro que un gran  profesor”.

Una reciente resolución de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, modificó el sistema de calificación, evaluación y promoción. A los alumnos de 1º, 2º y 3º grado se les pondrá  Muy Bueno, Bueno o Regular. Desde 4º a 6º, de 4 a 10 puntos. Sería interesante conocer qué concienzudos análisis de expertos precedieron a esta escala en la que no aparece el aplazo, en una  extraña flexibilización que termina equiparando al que estudia y se dedica, con quienes poco y nada se preocupan por el saber y el conocimiento. No es esta una imputación sino una lectura de la realidad.

Esta medida hizo que en distintas provincias se hable del tema respecto del Nivel Primario y se reclamen políticas para “avanzar en una discusión federal acerca de las modalidades de promoción y acreditación de los aprendizajes de manera de propiciar flexibilizaciones del formato escolar predominante” (Sic). Lo curioso es que entre las argumentaciones de este galimatías, se menciona “garantizar y mejorar la continuidad de las trayectorias escolares y revertir la repitencia y sobre-edad escolar”.

No presumimos de pedagogos ni mucho menos; no somos especialistas en planeamiento educativo ni nos guía el menor propósito de generar una polémica que quizás no conduzca a nada. Como profanos pero buscando el mayor sentido común posible, vemos como una peregrina forma de contribuir a evitar la repitencia el no aplazar a quien no logre acreditar un grado mínimo y razonable de aplicación y aquí no faltan quienes se preguntan qué excelencia se le entregará a la escuela secundaria y por traslado a la educación superior. Pero esencialmente se plantea si no se le estará haciendo al niño un daño mayor, porque en su necesidad de avanzar junto a sus pares en el aula, más complicada le resultará su tarea.   

Lo que sí se exige es diseñar un modelo de atención especial para que pueda zanjar sus dificultades reforzando su interés, alentando su entusiasmo y afianzando su autoestima. Tomar un proverbio chino como paradigma no estaría de más: “el verdadero huérfano es el que no ha recibido educación”.

Se ignora si desde el organismo bonaerense se convocó a la comunidad educativa, ese trípode formidable como soporte de un modelo realista y adaptado a los cambios. ¿Qué discusiones antecedieron a esta Resolución? En nuestro país ha habido intentos donde “cada maestrito fue con su librito” pero no se logaron consensos suficientes. Todas las reformas que se procuraron terminaron mal porque en estas intenciones siempre pone la cola el demonio de la mala política.

“Sólo la educación nos hará libres”, sentenció Epícteto, un filósofo griego de la escuela estoica, que vivió gran parte de su vida como esclavo. Una indulgente permisividad evaluativa impuesta por reglamentos –donde el único con potestad para el discernimiento y la calificación debe seguir siendo el maestro–, avanza sobre aspectos muy sensibles. No aplazar a quien lo merece nada bien le hace a quien se esmera en la aplicación cotidiana, pero con mayor razón  perjudica al favorecido engañándolo.

Por eso sería bueno explicar desde el tecnicismo pedagógico, para entendidos y legos, dónde reside la utilidad y la ventaja de estas reformas. Y, por supuesto, exponer sus resultados. La cartera de educación en nuestro país, es la que más idas y vueltas tiene registradas.

Dese luego que la escuela no puede ser agente de un falso igualitarismo que sitúa en el mismo nivel al que avanza y al que se detiene. Auscultar las causas profundas del fenómeno es la gran tarea, pero el docente debe seguir siendo el principal habilitado en el proceso de evaluación (a veces los tecnócratas erran feo y en especial cuando nunca han estado frente a un curso en el aula o cuando se someten al Dios de los gabinetes.

Argentina llegó a ocupar los primeros lugares en el mundo por sus planes de educación y programas de alfabetización que fueron tomados como referencia. Domingo Faustino Sarmiento sembró visionariamente de escuelas la nación plantando hitos fundacionales y trayendo ilustres formadores de los Estados Unidos y Europa. En Paraná creó la primera Escuela Normal y el primer Jardín de Infantes del país.  

No ha sido casualidad que hayamos llegado a tener cinco Premios Nobel, tres de ellos por logros en el terreno de las ciencias. Amén de esto, en prodigiosos avances que a menudo se anuncian en el mundo, los equipos de investigación se ven nutridos con cerebros de profesionales argentinos. En la Universidad Nacional de Entre Ríos se forman bioingenieros que son reclamados internacionalmente por su sólida capacitación.

Estas reflexiones provienen, insistimos, de un simple profano. Pero apuntan a la consideración de decisiones quizás apresuradas pero sobre todo desprovistas del necesario debate en torno de una gran mesa. Evitar que los regímenes totalitarios se sirvan de la ignorancia para canalizar el sometimiento y el servilismo, es un formidable acicate.  

Hurgando entre papeles hallamos una definición de autor anónimo pero de un significado invalorable que nos conduce a nuestra actualidad: “La educación es un medio para hacer retroceder la pobreza, la marginación, la ignorancia, la opresión y la guerra”. Entre Mandela y Discépolo está el verdadero desafío.

Fuente: Foro de Cuyo

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