Difusión Lunes 2 de Junio de 2014

EL CORDOBAZO QUE HACE FALTA

0_cordobazo1.jpg Escena del "Cordobazo"

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El pasado 29 de mayo, los argentinos en general y, particularmente, los cordobeses recordamos un nuevo aniversario del “Cordobazo”. Nada menos que 45 años nos separan de aquella verdadera rebelión obrera y estudiantil, en contra del gobierno militar encabezado por Juan Carlos Onganía. El mismo gobierno de facto que había tumbado al gobierno de Arturo Umberto Illia el 28 de junio de 1966, un Presidente oriundo del radicalismo cordobés.

La presumidamente autodenominada “Revolución Argentina” se sumó a la cadena de derrocamientos militares y fracasos democráticos que se había iniciado con el golpe de 1930 a Hipólito Yrigoyen, de 1955 a Juan Domingo Perón y de 1958 a Arturo Frondizi. Es verdad que, a semejanza del gobierno de Frondizi y a diferencia de los gobiernos de Yrigoyen y Perón, el gobierno de Illia carecía de legitimidad de origen por la proscripción del peronismo.

Pero también es verdad que la gestión gubernativa de Illia había demostrado capacidad y honestidad para encarar problemas prioritarios de la Argentina de la década de los sesenta. A pesar de los avances de esa gestión, diversos sectores civiles conspiraron con los militares de turno para tumbarlo, entre ellos se destacaron periodistas y medios de comunicación, sectores de la iglesia, del empresariado y del sindicalismo. Los arrepentimientos llegaron tardíamente.

El Cordobazo fue el principio del fin de aquel gobierno autoritario que había eliminado los derechos y las garantías constitucionales con la malintencionada pretensión de gobernar en nombre una supuesta “revolución”. Por supuesto, no hubo revolución sino involución. Onganía y sus seguidores, tanto militares como civiles, protagonizaron un ensayo bizarro de autoritarismo vernáculo que atentó contra los intereses nacionales y populares. Lamentablemente, no fue el primero ni último.

Aquella gesta del 29 de mayo de 1969 en nuestra Córdoba, ha quedado en la historia argentina y latinoamericana como uno de los más paradigmáticos ejemplos del poder de la protesta de la gente y de sus dirigentes en las calles. El Cordobazo fue violento, nadie puede negarlo. Basta ver las imágenes que se conservan de aquellos momentos o escuchar los relatos de quienes fueron protagonistas o testigos. La pregunta es ¿podía no serlo? Las guerras de la independencia también fueron violentas.

Nuestra ciudad particularmente y nuestra Provincia en general se enorgullecen de este hecho de la historia de Argentina y América Latina. Siempre se dice que ese “espíritu rebelde” del Cordobazo forma parte integrante de la idiosincrasia cordobesa. Junto con la reforma universitaria de 1918, el Cordobazo de 1969 configura el ADN de los cordobeses de hoy y de siempre. Ahora bien, sería bueno preguntarnos qué implica en la actualidad esa “rebeldía a la cordobesa” de la que presumimos.

Cordobazo modelo 2014

En la Argentina actual, la situación es diferente a la del año 1969. Han pasado 45 años del Cordobazo. De ellos, 30 han transcurrido en democracia. Nada menos que 30 años de los 45 que nos separan de aquella rebelión obrera y estudiantil, se han desarrollado en el marco de la democracia representativa. Con todas sus limitaciones y restricciones, desde el 10 de diciembre de 1983, los argentinos y, en particular, los cordobeses vivimos la aventura y las desventuras de la democracia republicana.

Primero Raúl Ricardo Alfonsín en 1983, luego Carlos Saúl Menen en 1989 y en 1995, Fernando De la Rúa en 1999, Néstor Kirchner en 2003 y Cristina Fernández de Kirchner en 2007 y en 2011, todos surgieron del voto de los argentinos.  La actual Presidenta de la Nación no es el resultado de un golpe de Estado como el que dieron Onganía y sus aliados de las fuerzas armadas y de los sectores civiles en 1963 sino del 54 por ciento de los votantes argentinos que la eligieron (o la elegimos) en 2011 para un segundo mandato.

Durante estas tres décadas, la democracia argentina ha sido más formal que real, es verdad. Hemos vivido progresos pero también sufrido retrocesos, también es verdad. La pobreza y la desigualdad siguen siendo asignaturas pendientes. También la calidad institucional y la corrupción. Pero hemos sido capaces de asegurar la continuidad de las instituciones, a pesar de dos crisis cuasi terminales como la de 1989/1990 y la de 2001/2002. No es poco.

En ese marco, la violencia en las calles de aquel mayo de 1969, hoy sería injustificable. No la protesta sino la violencia en y de los medios usados a ese fin. Una cosa era rebelarse en contra de un gobierno producto de las armas y otra cosa es protestar en contra de un gobierno resultado de los votos. En una sociedad enferma de violencia como dijeron los Obispos argentinos recientemente, las piedras y las bombas deben ser reemplazadas por las palabras y los argumentos.

Hoy, aquella “rebelión a la cordobesa” sigue siendo necesaria pero debe ser distinta. El Cordobazo de hoy supone la reivindicación del federalismo en general y, particularmente, de la Provincia de Córdoba, ante el gobierno nacional, el actual y los subsiguientes. Pero no cualquier reivindicación. Una reivindicación creativa, capaz de buscar y encontrar caminos de diálogo para avanzar en las coincidencias que nos acercan y no detenernos en las diferencias que nos alejan.

El Cordobazo de hoy implica una reivindicación constructiva, que no se origine en los intereses personales de los gobernantes de turno sino en la defensa del interés común de los cordobeses. A ese fin, es necesario diseñar políticas públicas participativas, representativas, productivas y transparentes, fundamentadas en el consenso entre el oficialismo y la oposición sobre los grandes temas provinciales de cara al mediano y largo plazo. Ese sería un Cordobazo modelo 2014. Rebelde, creativo y constructivo.

Fuente: Por JOSÉ EMILIO GRAGLIA

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