A ALGUNOS LOS MATAN ANTES DE NACER Y A OTROS LES MATAN EL ALMA

NOTA DE OPINIÓN Martes 9 de Junio de 2015

0_femen-paris.jpg

Llama poderosamente la atención la pública adhesión del Episcopado Argentino a la movilización “ni una menos” organizada por reconocidas ideólogas de género y abortistas, cuando no hemos sentido ni una palabra de la jerarquía de nuestra amada Iglesia Católica en contra de la VIOLENCIA ejercida sobre tantos niños que viven en la desesperación de no tener contacto con sus padres varones.

Autor: Luis F. Ferreyra Viramonte - Director

(Nota publicada originariamente en Argentinos Alerta.org)

Apenas uno comienza a participar en las redes sociales, se sorprende agradablemente por la cantidad de hombres y mujeres jóvenes que se manifiestan a favor de la vida y en contra del aborto. Muchos de ellos, se destacan por sus conocimientos y sabiduría. El asesinato de los niños por nacer, sin embargo, es una realidad cruel que nos confronta y nos ataca.

No caben dudas que vivimos de la imposición irracional de una "cultura de la muerte", basada en la falacia atroz de una ideología de género y, "ésta como todas las demás ideologías -a su debido tiempo- desaparecerá sin dejar rastros, precisamente por su intrínseca falsedad" (Scala Jorge, “La Ideología de género o el género como herramienta de poder”, Ediciones Logos, Santa Fe, Argentina, 2010, pág. 1).

Claro que, dice el autor citado y con lo que coincido plenamente, dejará tras de sí un tendal de víctimas: "Los 6 millones de muertos en los campos de concentración nazi, y los 100 millones de muertos provocados por la aplicación del marxismo en todas sus corrientes, son cifras pequeñas si se las compara con los muertos que está provocando la ideología de género. La diferencia fundamental es que estas últimas son víctimas poco visibles" [ídem].

Esta ideología de género, se manifiesta en todas las leyes impulsadas por el gobierno de los Kirchner: uniones gay, ‘identidad de género’, reforma del Código Civil, etc., bajo el pretexto mentiroso de ser ‘progresistas’ que llevan adelante ‘políticas de inclusión social’. Ya no hablan de ‘democracia’ -que es el gobierno para las mayorías- sino de ‘inclusión’ de las minorías. Todas mentiras, con apariencias de verdad (convenientemente publicitadas) que no son -filosóficamente- otra cosa que modernos ‘sofismas’, contra los que combatió Sócrates hasta su muerte.

Entre todos estos argumentos a favor de la muerte, el más convincente es aquél que dice que la mujer es ‘dueña exclusiva de su cuerpo’ y que, por lo tanto, tiene ‘derecho’ a matar a su hijo, abortándolo.

Tanto es así, que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en un fallo absolutamente inconstitucional y que no podía ni tenía derecho a dictar, convalida esta ideología diciendo que el asesinato (increíble) de las personas por nacer, es posible sólo con una ‘declaración jurada’ (sin necesidad de prueba alguna) de la embarazada, que diga que fue violada.

Allí, con el estudio de esa pseudo-resolución inválida, cobró sentido el drama profundo que viven cientos de padres, abuelos, tíos y miles (sino millones) de niños en todo el mundo: El impedimento de contacto y la relación personal con sus padres biológicos y la familia de éste de un modo regular.

Nació, para este humilde abogado, la consciencia de la "ideología de la madre propietaria", como parte inseparable de aquella ideología de género. Si la madre es ‘dueña’ exclusiva de su cuerpo, también es ‘dueña’ exclusiva de su hijo. Como se acepta esta falacia, a fuerza de miles de millones de dólares (basta escuchar a Amparo Medina al final de la página) también se acepta que los niños no tienen derechos autónomos, sino que dependen de lo que decida ‘la madre propietaria’.

También aquí, esta ideología mata. Pero mata el alma de los niños de carne y hueso, transformándolos -además- en "transparentes" a los ojos de jueces y fiscales que, sirviendo a la "cultura de la muerte" (a veces, ingenuamente), no trepidan un instante en asesinar el alma de los niños, hijos de parejas desavenidas, en larguísimos litigios en los que los niños jamás son escuchados.

Para lograr esto, en todo el país se ignora -como si no existiera- la existencia de la Ley 26.061, llamada de Protección Integral del Niño, que establece clara e indubitablemente, la vigencia para todos los jueces y demás funcionarios públicos del Estado, la obligatoriedad de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por el 98% de las Naciones Unidas (sólo dos países no prestaron su acuerdo), y en la que la Humanidad asegura que el niño merece protección legal y social “desde el momento de su concepción”. ¿Se entiende?

Lo cierto es que, por un lado o por el otro, se trata de la imposición de la “cultura de la muerte”. Es decir, tratar de impedir, a toda costa, el Plan de Dios.

Tenemos la certeza que no va a ser así. Pero no obstante ello, sabemos también que debemos actuar en contra del sumo mal, el padre de la mentira (que es el que está detrás de todo esto), para ‘anunciar el Reino de Dios’ en esta tierra, aceptando los padecimientos y las pruebas, por que no hay Cristo sin Cruz, ni Paraíso sin padecimiento.

Debo decir, finalmente, que llama poderosamente la atención la pública adhesión del Episcopado Argentino a la movilización “ni una menos” organizada por reconocidas ideólogas de género y abortistas, pero no hemos sentido ni una palabra de la jerarquía de nuestra amada Iglesia Católica en contra de la VIOLENCIA ejercida sobre tantos niños que viven en la desesperación de no tener contacto con sus padres

Autor: Luis F. Ferreyra Viramonte - Director

Dejá tu comentario