CULTURA Sábado 25 de Noviembre de 2017

CATALINA RODRÍGUEZ: UNA BEATA BIEN CORDOBESA

0_catalinademaria.jpg Beata Catalina de María Rodríguez

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Nació en la Córdoba de 1823. Una aldea con el sello de los jesuitas en donde el protagonismo y la educación era solo para varones. Su familia tuvo gran protagonismo político, social y religioso. Su padre secretario de los gobernadores Bustos y Paz, su primo Santiago Derqui, presidente del país. Su esposo un destacado militar de la Confederación argentina. Ella y sus tres hermanas perdieron a los padres muy pequeñas y fueron criadas por sus tías.

Catalina recibió la educación rudimentaria de la mujer de la época, leer y escribir las primeras letras y las destrezas culinarias para ser una ama de casa.  A los 17 años hace sus primeros Ejercicios Espirituales y allí descubre su vocación de consagrar su vida a Dios. No puede realizarla porque en Argentina y sus alrededores solo había conventos de clausura.

Se dedica a promover y sostener la obra de los Ejercicios. A los 29 años se casa con el Coronel Zavalía, viudo con dos hijos. Su marido fue nombrado edecán del Presidente Derqui y se van a vivir a Paraná, en esta ciudad tienen una hija que se muere al nacer. Regresan a Córdoba y tiempo más tarde Catalina queda viuda, allí, a los 42 años renace su primera vocación y surge su Sueño Dorado: Formar una comunidad de Señoras al servicio de las mujeres más vulnerables para catequizarlas, enseñarles a trabajar y vivir con ellas, “como los jesuitas pero en femenino”.

Pasan 7 años de pruebas, contratiempos, oscuridades en donde Catalina mantiene su deseo en alto porque “esa idea estaba entrañada en mi alma y aunque quisiera no podía quitármela” y en esos intentos “encontraba consuelo en Dios de quien todo lo esperaba cuya confianza no me faltó jamás”. Finalmente su “corazón se halló satisfecho” el 29 de septiembre de 1872 en nacen las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús. Primera Congregación de vida apostólica de la Argentina.

Por pedido del Santo Brochero y la decisión de Catalina en 1880, 16 hermanas cruzan las Sierras Grandes a caballo para atender la Casa de Ejercicios y el Colegio de Niñas fundados por el Cura. El Sueño Dorado de Catalina se transformó en un Vuelo sin Fronteras constituyendo una Gran Familia que Ama y Repara.

Catalina de María Rodríguez una mujer apasionada por el Corazón de Jesús y por la Humanidad.

Catalina y Brochero

Bien podría llamarse “Historia de confianza y lealtad” a los caminos que tejieron Catalina de María Rodríguez y San José Gabriel Brochero. También es destacable la actitud de Brochero de trabajar con la mujer al buscar una Congregación religiosa femenina que apenas llevaba 5 años de fundada en un estilo de consagración que abría caminos en Argentina, y también el trabajo que ambos hacen por la mujer abriendo y atendiendo un Colegio de Niñas, cuando en la época no se pensaba en la educación de ellas.

Catalina y Brochero se conocieron en la Casa de Ejercicios de Mercedes Pinto, la única de la época en donde un Brochero seminarista hacía los ejercicios atendidos entre otros laicos, por Catalina quien tenía el Sueño de fundar, una Comunidad religiosa al estilo de los jesuitas, pero en mujer. La epidemia del cólera en 1867 los vuelve a unir atendiendo, sepultando y consolando a sus víctimas.

La gran aventura 

Este trato mutuo tuvo la primera muestra con Fundación de la Comunidad en 1880. La Congregación que abría camino en su estilo en Argentina se estaba formando, cualquiera de las hermanas no tenía más de 6 años de vida consagrada, Catalina no lo conocía demasiado a Brochero, tampoco el lugar a donde debían ir las primeras Esclavas, sin embargo envía 16 hermanas en una loca aventura de cruzar las Sierras a caballo. Igualmente el Cura confía en esa naciente familia Religiosa y se ocupa de que tenga el mayor bienestar material y espiritual en la nueva casa.

En 1888, Brochero hace una declaración ante Escribano de los inmuebles que recibió o compró con limosnas y se destinaron a la Casa de Ejercicios, el Colegio de Niñas, la casa del Capellán y otros bienes para su mantenimiento. Allí expresa su decisión de dejar esos bienes a la Congregación de las Hermanas Esclavas, señalando explícitamente que el Obispado de Córdoba no puede darle otro destino al expresado por su voluntad.

 

Fuente: Varios medios

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