Laicidad, ¿libertad para creer o imposición del ateísmo?

Difusión Sábado 22 de Marzo de 2014

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“La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad” (Papa Francisco)

Fuente: Yo Influyo

“La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad”, nos decía el Papa Francisco durante su visita a Río de Janeiro el 27 de julio del 2013, en un mundo donde la pluralidad del pensamiento parece que ya es parte integral de la vida, no olvidemos sin embargo que en otras regiones algunos gobiernos islámicos declaran que esta libertad es contraria a la ley, y en algunos países como la Cuba de los Castro se dieron a la tarea de extirpar la fe durante muchos años simple y llanamente con persecuciones a los creyentes.

Lo que puede considerarse como un valor de la sociedad moderna como lo expresó el Papa Francisco ha sido sin embargo utilizada no pocas veces como ideológica con enfoques políticos en los llamados Estados liberales o capitalistas, de tal manera que una cosa ha sido el concepto filosófico y otra muy diferente su aplicación.

Se puede decir que desde que la política moderna identificó que la clave del control social se encontraba en la educación los gobiernos se enfocaron en crear una historia  muy influida en sus conceptos por la masonería.

Hay un punto estelar desde donde podemos decir que se inicia el auge de estas ideas, es la revolución francesa a la que recordamos casi siempre bajo los lemas de “libertad”, “fraternidad” e “igualdad” y se nos olvida o se le da poca importancia al hecho de que este movimiento llegó a los peores excesos devorando a sus propios hijos.

Siempre se nos presentan a los personajes de la revolución como hombres ilustres, llenos de sabiduría, cuyas mentes alumbrarían el futuro de la humanidad para llevarla por derroteros de paz y progreso. Hombres sobre todo tolerantes y respetuosos de la ideas.

En la práctica la mayoría de estos revolucionarios fueron furibundos anticristianos que fomentaron toda clase de atrocidades contra la Iglesia y podemos decir contra el orden cristiano, por ejemplo en el “Contrato Social” decía Rousseau: “Todas las religiones tiene sus defectos, pero el cristianismo romano es una religión tan evidentemente mala que es perder el tiempo el entretenerse en demostrarlo" y Voltaire va más lejos diciendo que “la religión cristiana es una religión infame y hay que recorrer todo el mundo arriesgando todo si es necesario para destruirla” y en un arranque de soberbia increíble dice que si con 12 hombres se propagó bastará uno ( o sea él) para destruirla. Hoy no sabemos dónde se encuentra Voltaire, pero sí sabemos que la Iglesia sigue viva.

Así, no podemos pensar con seriedad que los promotores de la idea del laicismo en verdad eran hombres neutrales que proponían un sistema respetuoso de  la conciencia.

El laicismo se ha presentado como una especie de religión cuyo culto es el nacionalismo y en donde el Estado pasa a ocupar el sitio de Dios, las constituciones pasan a ocupar el sitio de la Biblia, y los legisladores sobre todo últimamente quieren pasar a usurpar las funciones de la iglesia y del Papa determinando lo que es bueno y lo que es malo.

En general en el mundo moderno los políticos han usado este término como sinónimo de libertad, en realidad lo que buscan en el fondo es que no haya ninguna institución, sobre todo la Iglesia católica que les haga sombra en el uso de la autoridad y mucho menos pueda ser una especie de conciencia o juez sobre sus actos, por lo que las estrategias usadas para eliminarla han sido casi siempre las mismas; primero confiscar todos sus bienes y después mantener una campaña permanente y sistemática difundiendo sus errores y además magnificándolos, sacándolos de contexto e inventando impunemente muchos otros.

En México la Constitución de 1917 de representantes carrancistas, pues no fue de una representación plural de mexicanos, agravó las persecuciones ya iniciadas con Juárez en las Leyes de Reforma, establecía la educación laica obligatoria (art. 3), prohibía los votos y el establecimiento de órdenes religiosas (5), así como todo acto de culto fuera de los templos o de las casas particulares (24). Y no sólo perpetuaba la confiscación de los bienes de la Iglesia, sino que prohibía la existencia de colegios de inspiración religiosa, conventos, seminarios, obispados y casas curales (27).

Todas estas y otras muchas barbaridades semejantes se imponían en México sin que pestañease ningún liberal defensor de la libertad de pensamiento. Lo anterior dio pie a la ya tan conocida persecución religiosa impulsada por Calles y que provocó como reacción en la guerra cristera. Posteriormente apareció el ensayo cardenista que quiso ir más allá proponiendo la  la educación socialista que fracasó ante la resistencia popular.

Pero lo que sí se mantuvo es la llamada educación laica que como nos dice el exobispo de Querétaro en febrero del 2007 Mario de Gasperin nos ha conducido a que vivamos, tanto al interior como sobre todo al exterior de la Iglesia, una especie de “comedia de equivocaciones”, en razón del significado distinto y hasta contrario que se suele dar a términos y expresiones como bien común, laico, laicidad, laicismo, política, política partidista, a la noción misma de Estado laico y de democracia. Una situación así no facilita el diálogo ni el mutuo entendimiento.

Raíz de la crisis actual. Esta confusión se ha generado durante más de un siglo de adoctrinamiento de corte liberal, alimentado por diversas corrientes filosóficas que han imperado entre nosotros y que tienen como base el positivismo científico que invadió también el campo del derecho y de la moral y cuyo fruto obligado es la dictadura del relativismo y la vuelta al paganismo…

Entre nosotros, la hostilidad contra la Iglesia y la subsiguiente persecución religiosa se inspiró más bien en el positivismo y en el liberalismo anticlerical salpicado de socialismo, pero con idéntica intención de erradicar el catolicismo del país; ideología que se sigue difundiendo a granel entre los estudiantes en numerosas cátedras y entre los lectores de las obras del malogrado filósofo alemán Nietzche.
El Papa Benedicto XVI el 9 de diciembre del 2006 decía al congreso nacional de juristas italianos: "Por tanto, todos los creyentes, y de modo especial los creyentes en Cristo, tienen el deber de contribuir a elaborar un concepto de laicidad que, por una parte, reconozca a Dios y a su ley moral, a Cristo y a su Iglesia, el lugar que les corresponde en la vida humana, individual y social, y que, por otra, afirme y respete "la legítima autonomía de las realidades terrenas", entendiendo con esta expresión -como afirma el concilio Vaticano II- que "las cosas creadas y las sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aplicar y ordenar paulatinamente" (Gaudium et spes, 36).

Quisiera clarificar que lo que a continuación voy a mencionar no tiene la menor intención de minimizar la gravedad escandalosa de lo que ha significado la pederastia en la Iglesia, que es un actitud criminal agravado por ser sacerdotes quienes la practicaron, y mucho menos para justificar la actuación de los obispos que la ocultaron pues como dijo el Papa Benedicto XVI un solo caso no sería justificable pero tampoco voy a dejar de hacer notar por temor a ser criticado que el ejemplo más claro de la laicidad mal entendida es la última intervención de la ONU que utiliza un documento que supuestamente es en contra de la pederastia para chantajear a la Iglesia exigiéndole cambiar su doctrina para apoyar sus posturas en defensa del aborto y del matrimonio homosexual cuando el Papa Benedicto XVI fue muy claro en su política de tolerancia cero. Pidió –entre otras cosas- que los culpables fueran puestos a disposición de la justicia:

"Estoy profundamente consternado por el sufrimiento de jóvenes indefensos (…) Comparto el sentimiento de desazón y de traición de muchas víctimas ante estos actos pecaminosos y el modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia (…) Ha habido una inadecuada respuesta a las víctimas (…) Han traicionado la confianza de jóvenes y sus familias (…) Han causado un inmenso daño a las víctimas, a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa. (…) Deberán responder ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos”

También hay que hacer notar que la presentación de la noticia hace parecer que Iglesia es la principal protagonista de este gravísimo crimen ofendiendo gravemente al otro 99 por ciento de los sacerdotes y cuando en otros documentos  se estima que los casos de pederastia son de millones al año en el mundo, causados tristemente la mayor parte por los propios familiares.

Pero no todo es negativo, me gustaría terminar resaltando algunos casos donde los políticos han actuado con honor y valor: reyes, presidentes y jueces, son algunos de los ejemplos de quienes han remado contra corriente con tal de defender la belleza y la primacía de la verdad.

Balduino I, rey de Bélgica, se negó a firmar la ley que permitía el aborto en su país en marzo de 1990 aduciendo razones de conciencia. Su caso ha sido uno de los precedentes más famosos por venir de una personalidad del talante que él poseía. El rey de los belgas no dudó en abdicar a la corona con tal de mantenerse fiel a lo que creía que no estaba bien.

Enrique I es el gran duque de Luxemburgo (jefe de Estado de ese enclave europeo) y sobrino del finado Balduino de Bélgica. El primero de diciembre, Enrique I anunció que no firmaría la ley de autorización de la eutanasia y del suicidio asistido por motivos de conciencia. La iniciativa de ley prosperó el pasado 18 de diciembre de 2008 en la cámara de diputados por 31 votos a favor, 26 en contra y 3 abstenciones. La negativa del gran duque  motivó a los políticos a reducirle sus poderes.

“La vida y la muerte no están en nuestras manos”. La reina de España se ha manifestado contraria al aborto, a la eutanasia y al así llamado “matrimonio” homosexual. Así ha quedado de manifiesto en el libro entrevista que le ha realizado la escritora Pilar Urbano, “La Reina muy de cerca”, un libro que apareció el 29 de octubre de 2008 con ocasión del LXX cumpleaños de doña Sofía y que va totalmente contra corriente de la situación actual que se vive en el reino de la península ibérica.

Uruguay es quizá el país de mayor tradición liberal y laicista en el cono sur de América. Su  presidente, el médico Tabaré Vázquez, se rehusó a firmar una ley que despenalizaba el aborto. En el texto del veto, Tabaré Vázquez recordó que: “La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia”.

Y más adelante señaló que “el verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia”.

Mercedes Aroz es la ex enadora socialista elegida con el mayor número de votos en la historia de la provincia de Barcelona. En 2007 anunció su conversión al catolicismo y renunció a su escaño en el senado. Todavía como parlamentaria, se abstuvo de votar a favor de la regulación de las uniones homosexuales y de apoyar posturas contra la vida que defendía el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Fernando Ferrín Calamita fungía como magistrado en materia de familia en Murcia, España, hasta que el lobby gay lo tomó en la mira por dudar de la idoneidad de una pareja de lesbianas para adoptar una niña. A pocos les ha importado las razones aducidas para la negativa (falta de la figura paterna, probabilidad de que la menor imite el patrón del ambiente en que ha vivido, o el derecho de la niña a vivir en una familia compuesta por personas de distinto sexo, entre otras).

A veces hay que remar contra corriente con tal de defender la belleza y la primacía de la verdad. Y es que jamás la verdad es fruto del consenso democrático. Ya lo decía san Pedro a las autoridades de su tiempo: "voy a obedecer a Dios antes que a vosotros". Y Dios habla a través de la conciencia por lo que hay que serle fiel aunque cueste la fama, el trabajo o la corona.

Todos, desde el lugar que a cada uno nos toca ocupar en la sociedad tenemos la obligación de luchar por una laicidad que sea respeto y no una imposición del ateísmo como signo de la modernidad, porque como decía Anacleto González Flores: “Todo envejece fuera de Dios, perece o se debilita”.

Por Jorge Espinosa Cano

Fuente: Yo Influyo

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